3 rumberas inolvidables del cine mexicano
En los años cuarenta, cuando México se inserta en la modernidad y la ciudad capital comenzaba un importante proceso de expansión, el cine mostraba la vida en los barrios bajos de la ciudad. El llamado cine de rumberas era ilustrativo de ese proceso, además de que tocaba el tema de la migración a las grandes urbes. Estas películas funcionaron muy bien entre los años cuarenta y cincuenta. Como se consigna en la página Más de cien años de cine mexicano (http://cinemexicano.mty.itesm.mx/front.html), la trama era muy parecida en todos los filmes, con solo algunas variantes: “una chica humilde de provincia llegaba a la ciudad, era ‘devorada’ por la maldad imperante en la urbe, y quedaba condenada a bailar en el cabaret hasta encontrar la redención”.
Aquí tres actrices muy representativas de esta época:
María Antoineta Pons
A esta cubana se le considera “la primera rumbera” del cine mexicano. En 1938 protagonizó Siboney, de Juan Orol (quien fue su esposo y descubridor), con la que se considera inaugurado el género. Pons tenía un estilo de baile inimitable cuya cualidad principal era dotar de cierto exotismo a las rumbas que le dieron nombre a esta clase de cintas. Entre sus títulos destacados se encuentran Noches de ronda, Konga Roja y Pasiones tormentosas. Actuó al lado de Tin Tan en Las mil y una noches (1957). Falleció en 2004.
Meche Barba
Nacida en Nueva York, Meche también inició su carrera en el cine nacional a mediados de los años cuarenta. Trabajó con Tin Tan en Músico, poeta y loco (1948), pero para entonces ya era conocida por Humo en los ojos (1946), de Alberto Gout, que la convirtió en una de las cinco grandes exponentes del cine de rumberas. Fue parte del elenco de Gran casino, de Luis Buñuel, teniendo el papel antagónico. Ella fue la protagonista de la primera película dirigida por Matilde Landeta, pionera del cine hecho por mujeres en México: Lola Casanova (1949). En Casa de vecindad (1951), trabajó bajo las órdenes de Juan Bustillo Oro y al lado de David Silva. Se retiró del cine en 1954.
Ninón Sevilla
También originaria de La Habana, Cuba, Neé Emilia Pérez Castellanos, su nombre real, trabajó en centros nocturnos y cabarets de su ciudad natal. Se le considera la actriz más sólida entre las rumberas. De ella, François Truffaut dijo que no bailaba por la gloria, sino por placer. Hizo el papel de Elena en Aventurera (1950), la película de Alberto Gout que es la cima del género. También participó en Víctimas del pecado (1951), de El Indio Fernández; Sensualidad (1951), donde repitió bajo la dirección de Gout, y Yambaó (1957), de Alfredo B. Crevenna.