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Entrevista con Jorge Ramírez Suárez

El cineasta mexicano Jorge Ramírez Suárez, cuya filmografía abarca filmes como Guten Tag, Ramón o La gran promesa, se encargó de adaptar Corazón de León, una película argentina de 2013 dirigida y escrita por Marcos Carnevale que ya se ha adaptado en Perú, Colombia y hasta Francia. “Mucha gente me pregunta por qué hacer un remake. Y les respondo: por qué no. Es como si en el teatro ya nadie pudiera poner a Shakespeare porque alguien ya lo representó y eso le quita autenticidad. Es lo mismo en el cine: ¿cuántas veces se ha adaptado una novela clásica o famosa u obras de teatro? Cada versión va a ser diferente y mucha gente puede decir es un refrito, pero no lo es, es la misma historia rehecha con una visión diferente. La versión mexicana tiene muchísimos cambios en relación con la argentina. Están completamente modificadas muchas cosas importantes de la historia y al final de cuentas acaban siendo diferentes. Eso es muy importante decírselo al público: no es un refrito, es la misma historia hecha de nuevo como se han hecho muchas veces las obras de teatro”.

A Jorge le gustó hacer Mi pequeño gran hombre porque va “en contra de las costumbres de discriminación que hay a veces en nuestra sociedad contra alguien diferente, o de otro color, o de otro tamaño o si está gordo o muy delgado. Siempre como que estos temas son difíciles de abordar en un tono de comedia, pero se daba muy bien para enfatizar en estos problemas de la discriminación a alguien de baja estatura. Por eso me gustó muchísimo hacer la adaptación del guion y brindarle este approach muy particular de que aunque fuera una comedia, tuviera un mensaje claro en contra de esta discriminación. Al público mexicano le gusta mucho ir al cine a reírse y divertirse, pero de todas maneras nos podemos divertir y reír con películas que te digan algo”.

La selección del reparto fue muy importante. Fernanda Castillo interpreta a Carla, una abogada divorciada que un día pierde su teléfono celular y recibe una llamada de quien lo ha encontrado: León (Jorge Salinas), con quien se cita para que le devuelva el celular y se encuentra con un hombre cautivador pero que solo mide 1.35 metros. Mi pequeño gran hombre, que estrena el 7 de diciembre, fue el primer papel protagónico de Fernanda, aunque ya se hayan estrenado Una mujer sin filtro y Ya veremos, cintas que hizo después. “Ella lo comentó: era la primera vez que le daban la oportunidad de ser la protagonista. Y yo tenía muchas ganas de trabajar con ella porque me gusta mucho como actriz”.

Además, tiene buena química con Jorge Salinas, “un actor con el que también tenía muchas ganas de trabajar. No es la primera opción que te viene a la cabeza para hacer a un personaje tan pequeño, entonces era un reto”.

El trabajo para filmarlo y conseguir la verosimilitud de la cinta, dice Jorge Ramírez Suárez, fue muy divertido. “Fue un reto muy interesante para todos, hacer una película donde sabes que no pueden estar volteando a verle la cara real porque él mide 1.80 y el personaje 1.35. Ocupamos muchas técnicas tanto ópticas como de posproducción. Los demás actores no podían mirar hacia donde él realmente estaba, o los teníamos separados, que eso se hace muchísimo en películas con efectos visuales, que son cada vez más comunes. Hay muchas películas que la gente no sabe que se hacen con efectos visuales, como cambiar de época un lugar o hacer diferente una fachada de una casa. Hay muchos ejemplos, como Roma de Cuarón.

“En este caso es más obvio porque hay que hacerlo pequeño, y entonces todos los shots en los que está el personaje con otros actores tuvimos que hacer efectos de todo tipo. Hay muchos efectos ópticos hechos en el set, pero también muchos hechos en posproducción, o una combinación de ambos, con efectos que hicimos modificando el tamaño de las cosas. Estuvo muy interesante para quienes hicimos la película porque tuvimos que planearlo todo muy bien. Hicimos muchas pruebas, mucho trabajo de preproducción para saber exactamente cómo íbamos a hacer cada escena con muchísima anticipación y qué camino era: si óptico o digital”.

Aunque resalta que el reto, más allá de todos los efectos, era “hacer convincente la historia y trabajar con los actores, que es algo que a mí siempre me interesa cuidar y que me gusta mucho. En todas mis películas lo he cuidado y he intentado trabajar con mucha anticipación con ellos: entre más tiempo prepares y trabajes con tus actores se va a notar en la pantalla. Trabajamos mucho sobre todo con Jorge en el proceso de entrar en la personalidad de alguien de esta naturaleza”.

Raúl Prado se hizo cargo del trabajo de efectos visuales de posproducción, y otra parte la hizo Oxido. Todos ya habían trabajado con Ramírez Suárez, quien también involucró al fotógrafo Ricardo Garfias.

Para el realizador, Mi pequeño gran hombre no representa un rompimiento en su filmografía. “Ya había hecho comedia antes. Hice Amar, una película que también está en comedia y en mis películas siempre va a haber humor. Desde Conejo en la luna hasta Guten Tag o en La gran promesa. Para mí siempre es importante tener claro que las películas, como la vida, pueden tener de todo: cosas dramáticas y divertidas. Obviamente es un proyecto diferente a lo que he hecho y me gustó hacerlo justamente porque es diferente. Luego te encasillan y al final uno nunca acaba poniendo contento a todos, pero yo creo que el cineasta moderno, el cineasta de hoy en día, es como los actores, el director puede ser capaz de hacer cualquier género. No se trata de que a fuerzas uno deba hacer un hilo de cine siempre. Hoy hay tantas opciones y tanta diversidad en el entretenimiento que uno debe estar abierto a hacer de todo”.

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