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Fernanda Castillo subió 12 kilos para Dulce Familia

Desde que estrenara Una mujer sin filtro, Fernanda Castillo se ha vuelto una presencia constante en las pantallas de cine. Ya estuvo en Ya veremos y en Mi pequeño gran hombre. Aunque no deja de lado la comedia, su nuevo personaje en la película Dulce familia, Tami, requería de una transformación física, por lo menos en cuanto al aumento de peso se refiere.

 

En esta cinta, Tami se somete a una dieta radical para bajar de peso, siguiendo el régimen diseñado por su hermana Bárbara (Regina Blandón), una reconocida nutrióloga, pues Beto (Vadhir Derbez) le ha propuesto matrimonio y ella quiere usar el vestido de novia de su madre, Verónica (Florinda Meza), actriz veterana que se niega a aceptar su realidad y que parece suponer que Tami, repostera de profesión, nunca logrará su propósito.

 

 

“Este tema me era muy cercano porque no solo en mi carrera como actriz, sino desde muy chiquita, que estudiaba danza, me he visto delimitada por tener una apariencia estética determinada, pues como actriz suelen calificarte desde afuera, de lo que quieren de ti. Entonces me parecía que podía conectar con mucha gente. Creo que hoy vivimos muy preocupados por cómo nos vemos. Y si no cumplimos con todos los requerimientos de que somos bellos, estéticos y aceptables, sentimos que no tenemos armas para defendernos”.

 

Para ella, hacer a Tami no solo era un reto como actriz, sino que implicó convencerse de que es una herramienta de sus personajes. “La actriz dijo que sí antes de que le preguntaran a la mujer si quería someterse a este cambio. Fui consciente del cambio conforme lo fui haciendo y movilizó en mí muchas cosas”, pues se transformó en la persona que, por su carrera, no le hubiera gustado que se viera.

 

“Entonces significaba hacer una transformación física pero también empezarme a ver en este personaje que puede enseñar que somos mucho más que como nos vemos. Al escucharnos podemos encontrar la manera de sentirnos felices genuinamente. Fue construir todo eso, que además no entendía. Yo suponía: esta gordita no se siente feliz, en este pensamiento que a lo mejor tenemos todos, delimitados por la sociedad en la que vivimos, y fue un proceso difícil, tengo que decirlo”.

 

 

Subió de peso en muy poco tiempo, “y sabía que tenía que subir más y más. Me preguntaba ¿voy a poder regresar?, ¿cómo me voy a sentir en cuestiones de salud? Porque subí 12 kilos en tres meses, hasta que las rodillas te empiezan a doler y el cuerpo te obliga a decir: ¿qué estás haciendo conmigo? Pero aprendí a escuchar a mi cuerpo desde otro lugar, a verme desde otro lugar. Y hoy, que aún no llego al peso con el que empecé, me celebro de otra forma, me veo de otra forma y puedo decir que es un legado que Tami dejó en mí: me enseñó que puedo ser más que la actriz que salió con un vestido pegado o no, que tengo algo que decir”.

 

Eso no impide que señale que en la actuación, es muy importante la apariencia. “Como actriz muchas veces tienes que transformarte. En ese sentido siempre he pensado que no soy yo la dueña de mi cuerpo, sino que los personajes que interpreto son los que marcan la pauta. Pero aparte de eso, soy la que convive con los demás, ve las redes sociales y siempre nos están bombardeando con ahora debes estar marcada y no flaca para verte bien, ahora tienes que tener una cinturita así y una cadera así. Pero te debes escuchar a ti mismo y decidir qué quieres de todo lo que te han dicho y hablar de los temas que te interesan”.

 

En la película, dice Fernanda, hay diferentes generaciones y se muestra cómo han cambiado las preocupaciones. “El tema que se traza son los trastornos, pero no hacia la bulimia, anorexia, sino a poner al personaje a vivir esos cambios. La protagonista empieza contando su historia siendo feliz, amada, exitosa, sintiéndose contenta con quien es, pero se traiciona a sí misma para que la mamá la acepte y poder llenar este vacío de aceptación a través de meterse en un vestido. Y podemos ver cómo va perdiendo la alegría y la emoción por vivir y la perspectiva de la vida por escuchar a los demás y no a sí misma”.

 

Y el tema del sobrepeso se aborda, además de en Tami, en el personaje de su sobrina, una adolescente rebelde. “Puede ser una película que te parece agresiva por las cosas que le dicen a Tami o a la niña y cómo dos generaciones lo entienden de manera diferente. Una generación de mi edad se somete y otra generación se rebela, pero ambos extremos están equivocados. La niña tiene muchos elementos para defender, pero ella quiere mantenerse como está porque la única feliz es su tía, es su modelo a seguir y su tía no pesa los kilos que pesa su mamá, su otra tía o su abuela. Nos muestra cómo estas generaciones han vivido este estigma para ser de determinada manera y encajar. Pero tenemos que vernos desde otro lugar, pensando cómo nos queremos ver y quién queremos ser sin juzgarnos por principio, más bien celebrándonos. Hoy en día nadie te va a decir estás muy flaca, pero sí te van a poner ejemplos de cómo tienes que ser y vivimos bombardeados de eso”.

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