Omar Chaparro habla de La Boda de Valentina
Cuando Omar Chaparro leía el guión de La boda de Valentina de repente se dio cuenta que ya no estaba leyendo, sino interpretando a Ángel, el personaje con el que finalmente se quedó. “Incluso ya estaba planificando cómo actuaría ciertos diálogos. En ese momento me di cuenta que era un guión en el que yo podría hacer un buen papel”.
Y aunque Omar encuentra muchas diferencias entre su personalidad y la de su personaje, dice que algo que tienen en común es que “nos enamoramos con todo, nos dejamos ir con todo”. Ángel es el ex de Valentina (Marimar Vega), el tipo al que ella recuerda como un sinvergüenza y con el que tiene que fingir una relación para ayudar a su familia en medio de las elecciones. Pero él ha cambiado y se ha vuelto “más humano y que se preocupa por los chavos en situación de calle y eso también la hace que se vuelva a enamorar”.
Para esta actor nacido en Chihuahua y que ha hecho una carrera importante en comedia, hablar de la familia y el amor “es la semilla misma de lo que nos mantiene con vida. Siempre ha sido lo más importante. Y bueno, el cine siempre muestra todas las emociones y sentimientos, pero creo que el amor es sin lugar a duda la base de todo”.
En la película, su personaje lleva al de Ryan Carnes, Jason, a lugares que lo impactan profundamente, como una cantina y una arena de lucha libre en una colonia popular. “Esta ciudad es enorme y uno no termina de conocerla. Ese lugar donde hicimos los toques es una cantina que realmente existe adonde voltees ves una historia, se siente una energía de toda la gente que ha estado ahí, de todas las borracheras que se han puesto. Son lugares mágicos. No es nada más actuar, es el preámbulo de llegar y saludar a todos y cada quien tiene una historia. Disfruté mucho el verlo a través de los ojos de Jason, para quien todo era nuevo, pero incluso para mí era nuevo de cierta manera. Siempre quieres presumir México con mucho orgullo. Creo que el público, como mexicano, va a disfrutar el rollo de que el mexicano rete al gringo, que se lo chingue o lo impresione. El mexicano siempre quiere presumir sus raíces o todo lo que representa ser mexicano”.
Omar, quien ha hecho cine, teatro y televisión, dice que “cada plataforma tiene sus virtudes y las disfrutas en su momento. A mí me gusta vivir el presente, y cuando estoy frente a una cámara y con otra persona, es apasionante dejar de ser tú. Y aunque no haya aplausos, cuando haces las cosas bien, el equipo que está, la cámara donde debe estar, la iluminación en la posición correcta, fluye la magia. Cuando todo queda en silencio y solo se percibe un murmullo, sabes que hiciste bien las cosas; es casi igual que estar en un teatro donde la gente se está riendo y la respuesta es inmediata”.
Para él, actuar es “una necesidad que está en mi ADN o en mi conciente y subconsciente desde que tengo uso de razón, desde que vi una película de Pedro Infante cuando tenía siete años, A toda máquina, y dije quiero hacer eso. Simplemente lo hago y lo busco o me llega y me pone feliz. Y estoy montado en este mundo del séptimo arte y estoy encantado, feliz y agradecido. Hasta en las vacaciones estás viendo películas o leyendo un guión, para ver cuál es tu siguiente proyecto”.
Por el momento a Omar no le gustaría hacer otra comedia romántica. Preferiría hacer una película de época. Menciona que está por ahí la historia del primer medallista olímpico mexicano, por ejemplo. “Acabo de hacer un drama musical en Nueva York, y eso me sacó, por el lenguaje y por la música, me puso a cantar en inglés y me puso en otro lado actoralmente. Me gustan las cosas que me saquen totalmente de mi zona de confort”.