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Regresar a Cannes es muy difícil: Michel Franco

“Me da curiosidad ver cómo reciben esta película por sí sola”, dice Michel Franco sobre la selección de Las Hijas de Abril en la sección Una Cierta Mirada del Festival de Cannes. La cinta, que narra la relación de Abril con sus hijas Clara y Valeria, esta última una adolescente embarazada, se exhibirá en este festival los días 20 y 25 de mayo.

 

“Espero que la juzguen por lo que la película es y no sólo en el cuerpo de trabajo de mis otras películas, por lo menos de las otras tres que he presentado ahí y también me hace sentido que digan es diferente a Chronic o a Después de Lucía y que eso sea interesante. Es raro. Es más difícil regresar y seguir sorprendiendo que causar una buena impresión la primera y la segunda ocasión”.

 

Y es que para el cineasta que ganó el premio al mejor guión por Chronic: el último paciente, “es más difícil mantener el nivel y volver y que le siga interesando desde el comité de selección hasta la prensa. Los nombres consagrados de directores que vuelven y vuelven son bien poquitos. La mayoría va y ya se olvidan”.

Contar historias sobre adolescentes le interesa porque se trata de “una etapa donde terminan de cuajar muchas cosas y vale mucho la pena poner la cámara de cine frente a un adolescente y estudiarlo, observarlo”.

 

En ese sentido, él necesitó primero ganarse la confianza de sus jóvenes actores “porque en la película hacen cosas que no son fáciles. Encontré chicos muy inteligentes, muy sensibles y muy comprometidos y es un ejercicio de confianza”. La experimentada actriz española Emma Suárez, que interpreta a Abril y a quien recientemente vimos en Julieta de Pedro Almodóvar, sostiene Michel, le ayudó mucho para conseguir ese objetivo. Además de que filmó en orden cronológico, lo cual permitió a los chicos construir poco a poco sus personajes, siguiendo la evolución que llevan sus personajes en la propia historia.

 

“Por ejemplo, las niñas y Emma vivieron en la casa, en la locación principal (en Puerto Vallarta), casi una semana antes del rodaje y ahí desarrollaron mucho del pasado. Y yo no estaba ahí, yo las dejé trabajar. A veces estábamos filmando una escena y me sorprendían con algo: es que tú no sabes, pero nosotras habíamos vivido tal cosa y nos había pasado tal otra y yo respeto ese paso que ellas inventaron porque les es útil. Es un ejercicio de confianza”.

 

Al cineasta le interesa que Las Hijas de Abril continúe en la mente del espectador una vez que haya terminado la exhibición. “Normalmente pasas al siguiente tema como espectador y se te olvida la película, la disfrutaste y la cierras. Pero me parece mucho más interesante cuando queda la historia en tu cabeza progresando. Y las conclusiones que sacas alrededor del conflicto, las reflexiones que haces, también son más ricas cuando no hay punto final en la película”.

 

Con esta historia, Michel pisa por cuarta ocasión los suelos del festival de cinematografía de mayor renombre a nivel mundial. La primera vez que fue a Cannes lo hizo con su ópera prima, Daniel y Ana, en 2009, por la que estuvo nominado al premio Golden Camera; luego regresó con Después de Lucía (2012), con la que ganó el premio de la sección Una Cierta Mirada, competencia a la cual regresa con Las Hijas de Abril.

 

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