Alberto Guerra está En las buenas y en las malas
Alberto Guerra cambió radicalmente de registro para protagonizar la comedia romántica En las buenas y en las malas, película dirigida por el debutante Gabriel Barragán en la que interpreta a Sebastián, un hombre que cuando al fin se decide a formalizar su compromiso con su novia Valeria (Zuria Vega), toma tan malas decisiones que está por echar todo por la borda.
“Las comedias románticas no son necesariamente algo en lo que haya trabajado, o que tenga experiencia; las comedias en general. A mí raramente me buscan para hacer comedia”.
Y aunque precisamente eso le preocupa, al mismo tiempo era también su motivación. “Realmente me estaban sacando de la zona en la que me muevo mejor como actor (la acción) y es una gran presión y un gran aprendizaje. De repente, con veinte años de carrera, te toca protagonizar una película que es una comedia romántica y no estás completamente familiarizado con eso. También le aprendes a esa experiencia donde te toca hacer algo nuevo”.
Entre esas novedades se encuentra que su personaje canta en una escena climática. “Yo no canté como tal, pero de todas maneras da mucho nervio. Una de las cosas que más nervio me pueden dar en la vida es que me pongan en un escenario con un instrumento, no me siento para nada cómodo. Fue parte de todas estas cosas que llegan a la carrera de uno a refrescarte que eres un actor en todos los sentidos, no que estás sentado con el drama o la acción, sino que tienes que hacer de todo”.
Además de que compartió pantalla junto con su esposa, Zuria Vega. “Yo entré al proyecto antes, ella ya había leído el guion, por mí, porque nosotros siempre leemos el trabajo del otro, y luego el productor me dijo que le gustaría hablarle a Zuria y me emocioné muchísimo. Porque sabía que uno de los sueños en la carrera de mi mujer era hacer una comedia romántica, y porque había una cosa de poder compartir el trabajo; además, el cine es inmortal, el cine ahí se queda para la historia”.
Dice Alberto, a quien veremos en la serie Colosio, que lo único complicado de que trabajaran juntos fueron cuestiones de logística. “Que si la niña, que si los horarios, pero son cosas que se fueron sorteando bien. No es complicado, sino que se agradece cuando como actor tienes la oportunidad de ver a tu pareja a través de los ojos de un personaje, a través de una historia en la que no somos nosotros pero nos enamoramos y nos peleamos en la ficción y todo lo que pasa, pasa dentro de una realidad alterna”.
A Alberto, muy identificado por sus recientes personajes en las series Ingobernable y El Chema, le parece que En las buenas y en las malas es “una comedia dramática” con “un mensaje final crudo y realista pero muy empático. Necesitamos promover la empatía a través de las series, las películas y demás porque tienen un gran impacto. Y esta película hace eso: promueve la empatía entre los seres, ya sea amigos, tu madre, tu pareja. Es algo que me da orgullo”.
Sin embargo, a su personaje de Sebastián lo envuelve el drama. “Es músico frustrado, le apostó todo a una idea de una aplicación y lo perdió todo en la vida. Si ves eso dentro de la vida, el personaje es un drama, una tragedia, pobre cabrón: a los 30 años viviendo con su mamá, trabaja en algo que no quiere, no puede hacer música que es algo que quiere, se embaraza sin buscarlo. Pasan una cantidad de cosas que si las llevamos a otro tono es un tragedión”.
Pero en En las buenas y en las malas mantuvo su tono en la comedia. “Yo creo que la comedia es como la vida misma: sale de la tragedia, no necesariamente tienes que estar llenándote de chistes para buscar la risa del público. Uno se ríe de las situaciones más absurdas de la vida que para alguien más son dolorosas. Si te fijas, Chaplin y Keaton, que eran unos grandes genios, hacían la comedia basados en grandes tragedias de sus personajes. En mi caso, no quería caer en el chistín, y en eso sí estábamos todos de acuerdo. La película está escrita de forma inteligente, realista y fresca a partir de cómo son las relaciones, no solo de pareja, sino de amistad, con los padres, en el trabajo”.
Le parece que la inclusión de muchos actores debutantes en cine, le dio frescura al trabajo. “De repente uno con los años empieza a dar por sentadas las cosas, no en el mal sentido, de que ya no importe, sino que se te olvida la ilusión que provoca hacer películas, proyectos grandes. En esta, pues te contagian de esta inocencia y de estas ganas, esta ilusión de la primera vez tal cual”.